Algo sobre RAKU
- 4 oct 2022
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Actualizado: 31 oct 2022

Raku-yaki (楽焼) es una técnica tradicional oriental de elaboración de cerámica. La palabra significa “diversión” o “felicidad”.
El Rakú es una compleja alquimia donde intervienen los cuatro elementos (tierra, fuego, agua y aire) de la cual resultan piezas únicas, siempre maravillosas.
Se usó en las antiguas civilizaciones japonesa y china. Aunque hay creencias que se originó en Corea, es en Japón donde floreció.
En algunas fiestas y reuniones sociales de cierto prestigio, adonde se reunían los maestros de la filosofía budista Zen, los asistentes bebían el té en vasijas elaboradas por ellos mismos. Después de fabricar unos recipientes en forma de vasos y tazas de té de pequeñas dimensiones, se decoraban con óxidos y se efectuaba una monococción en unos hornos de leña llamados “cestones”.
El verdadero Rakú, el que se practica siguiendo la tradición, en realidad, debe obtenerse con temperaturas que oscilen entre 750º y 850º C, empleando arcilla roja común y/o arcilla para loza, chamota o arena.
Estas arcillas o pastas cerámicas deberan trabajarse a mano, ya que, si se utiliza el torno, por su composición en chamota, las citadas pastas resultarán demasiado abrasivas a la superficie de las manos. Después de fabricadas las piezas, deberá procederse a su secado para posteriormente llevarlas al horno.
Recipiente con viruta
Cuando la pintura está a punto se saca la pieza en estado de incandescencia y se deposita cuidadosamente con la ayuda de pinzas de hierro, en un recipiente lleno de viruta de madera (también se pueden hojas secas de árbol). El contacto con este medio incendia la viruta, las hojas o el papel y se genera una enorme cantidad de humo que penetra en la pieza y entra a ser parte de ella. Los óxidos o esmaltes con que han sido pintadas las piezas proporcionan una parte del oxígeno para esta combustión, que al reducirse se transforman así en metal puro, lo cual le da la apariencia con que se conoce este tipo de cerámica.
Luego de varios minutos, se sumerge bruscamente la vasija en agua fijando así el proceso químico. Se obtienen al final tonalidades, texturas, matices y colores fascinantes y nunca iguales de una pieza a otra, que pueden ser desde rojos metalizados hasta craquelados, nacarados y tornasoles característicos de esta técnica. Siendo un proceso manual se pueden romper piezas en este proceso final por las tensiones que sufre el material al ser sometido del calor al frío. EL RAKÚ está hermosamente vinculado a la ceremonia del té… pero eso será en otro capítulo :)
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